En el Panorama Mundial puede detectarse una relación directa entre el desarrollo del diseño gráfico y el grado de industrialización de un país. En México, esta actividad empezó a asumir un papel importante hace apenas dos décadas y recibió un impulso definitivo en 1968.
La Olimpiada de ese año convirtió al diseño gráfico en un componente definitivo del medio ambiente visual del país. Al mismo tiempo, demostró a fabricantes y compañías locales, según la opinión generalizada de los profesores del ramo, la importancia de un programa gráfico bien estructurado.
Según Lance Wayman, diseñador neoyorkino al que se debe el logotipo de México 68 y la simbología de las estaciones de la línea 1 del metro, entre otros símbolos, "durante la XIX Olimpiada hubo que desarrollar un lenguaje gráfico y un sistema de identificación capaz de hablarle a un grupo multilingual".
En 1978, a 10 años de distancia, el diseñador luchaba por ascender al status del que goza cualquier otro profesionista.
Para muchos, según Ricardo Harte, el diseñador no es más que alguien que "dibuja bonito", de ahí que muchos empresarios no busquen el verdadero profesionista y se aboquen ellos mismos, o algún pariente o conocido, a la estructura de su propio programa de comunicación. No son raros los casos de quienes en un momento de inspiración diseñan su propio logotipo, sin ninguna investigación previa.
La confusión de términos ha provocado que algunos diseñadores se subestimen. En un principio se tuvo que malbaratar el trabajo, y en la actualidad apenas unos cuantos cobran como debieran.
Las diferencias de precios entre diseñadores, según Geurts, no son buenas ni para él ni para el cliente, el último puede elegir al más caro pensando que es mejor o desdeñar al barato creyendo que le entregará un mal trabajo, cuando esta relación no es en todos los casos directamente proporcional.
El diseño no es caro en México, según Aceves, lo que sucede es que el industrial no está acostumbrado a pagarlo. Es en base a resultados como puede demostrarse la conveniencia de invertir en diseño. Dice Geurts, el empresario que tiene para pagar por el diseño, lo hace. "Lo que se intenta conquistar es que pague el hecho en México".
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